Imagino que algunos de ustedes a leer el título, pensarían en el tamaño de la prepotencia del autor que se atreve a titular de esta forma un post... pero la verdad es que me motivan otras sensaciones muy distintas y la necesidad de compartirles las razones que me llevaron a el.
Lo primero que habría que aclarar es, a qué profesión me refiero; bueno, no tan de prisa... les voy a describir como llegue a ejercerla, desde mi óptica y experiencia, a lo largo de este escrito. Así que vamos desde el principio:
Cuando somos adolescentes y estamos en ese trance de no saber cuál es nuestra vocación, que nos gustaría estudiar, cómo nos gustaría o podríamos ganarnos la vida en un futuro... en algún momento tenemos el deseo de poder estudiar y ejercer la mejor carrera y el mejor trabajo del mundo. Si, solo que no es tan fácil la elección (o al menos eso es lo que nos parece). Sin embargo, a veces sin mucho tiempo para pensarlo, tenemos que tomar una decisión e inclinarlos hacia lo que nos gusta y previendo que sea factible en base a las condiciones de cada quien (económicas, sociales, geográficas).
En mi caso quería ser periodista, sin embargo en ese momento no había en mi ciudad ni en zonas cercanas esa carrera; por otro lado las condiciones no permitían que viajara a otra ciudad. Finalmente opte por otra de mis aficiones además de escribir, que era la informatica y me gradúe de Ingeniero en. Computación (como ocurrió eso es material para un post completo, por lo que no desviaré el tema que nos compete en este momento). El punto es que en mi afán de comunicarme, de enseñar... insisti en mi sueño y me hice experto en medios digitales (periodista digital) y me capacité como docente. Esto último fue algo revelador, ya que de esa forma fue la principal fuente con la cual me gané la vida durante los últimos 14 años ... y sin saberlo, descubrí el trabajo más bonito de todos; y es que un profesor, del nivel que sea (en mi caso universitario de pre y postgrado) cuando tiene vocación para su oficio, difícilmente se desliga del mismo y esto obedece a varias razones:
1. Podría enumerar muchas, pero voy a englobar en esta “primera razón” a todas las obvias (es un oficio digno, enseñas a los demás, te mantienes actualizado, etc, etc. etc.)
2. Y la segunda razón, que para mí es la fundamental, tiene que ver con la noble causa que significa el poder transmitir conocimientos; la humildad que encierra el enseñar sin mezquindad es una poderosa herramienta que tiene el buen docente y que debe aprovechar al máximo cuando sus alumnos atienden sus clases, pues estos lo toman como ejemplo a seguir, como modelo y referencia más cercana luego de lo que tienen en sus hogares (casi nada, esto último encierra una enorme responsabilidad)
En resumen, difícilmente una actividad pueda llenarnos más, tanto en lo profesional como en lo personal, que la docencia. De modo que, vaya mi reconocimiento a todos esos docentes que día a día dan lo mejor de sí por enseñar a sus estudiantes y potenciarlos para que mañana puedan ser aún mejores profesionales que sus maestros.
Lo primero que habría que aclarar es, a qué profesión me refiero; bueno, no tan de prisa... les voy a describir como llegue a ejercerla, desde mi óptica y experiencia, a lo largo de este escrito. Así que vamos desde el principio:
Cuando somos adolescentes y estamos en ese trance de no saber cuál es nuestra vocación, que nos gustaría estudiar, cómo nos gustaría o podríamos ganarnos la vida en un futuro... en algún momento tenemos el deseo de poder estudiar y ejercer la mejor carrera y el mejor trabajo del mundo. Si, solo que no es tan fácil la elección (o al menos eso es lo que nos parece). Sin embargo, a veces sin mucho tiempo para pensarlo, tenemos que tomar una decisión e inclinarlos hacia lo que nos gusta y previendo que sea factible en base a las condiciones de cada quien (económicas, sociales, geográficas).
En mi caso quería ser periodista, sin embargo en ese momento no había en mi ciudad ni en zonas cercanas esa carrera; por otro lado las condiciones no permitían que viajara a otra ciudad. Finalmente opte por otra de mis aficiones además de escribir, que era la informatica y me gradúe de Ingeniero en. Computación (como ocurrió eso es material para un post completo, por lo que no desviaré el tema que nos compete en este momento). El punto es que en mi afán de comunicarme, de enseñar... insisti en mi sueño y me hice experto en medios digitales (periodista digital) y me capacité como docente. Esto último fue algo revelador, ya que de esa forma fue la principal fuente con la cual me gané la vida durante los últimos 14 años ... y sin saberlo, descubrí el trabajo más bonito de todos; y es que un profesor, del nivel que sea (en mi caso universitario de pre y postgrado) cuando tiene vocación para su oficio, difícilmente se desliga del mismo y esto obedece a varias razones:
1. Podría enumerar muchas, pero voy a englobar en esta “primera razón” a todas las obvias (es un oficio digno, enseñas a los demás, te mantienes actualizado, etc, etc. etc.)
2. Y la segunda razón, que para mí es la fundamental, tiene que ver con la noble causa que significa el poder transmitir conocimientos; la humildad que encierra el enseñar sin mezquindad es una poderosa herramienta que tiene el buen docente y que debe aprovechar al máximo cuando sus alumnos atienden sus clases, pues estos lo toman como ejemplo a seguir, como modelo y referencia más cercana luego de lo que tienen en sus hogares (casi nada, esto último encierra una enorme responsabilidad)
En resumen, difícilmente una actividad pueda llenarnos más, tanto en lo profesional como en lo personal, que la docencia. De modo que, vaya mi reconocimiento a todos esos docentes que día a día dan lo mejor de sí por enseñar a sus estudiantes y potenciarlos para que mañana puedan ser aún mejores profesionales que sus maestros.
En algún momento en América Latina será reconocido este trabajo con la amplitud y remuneración que lógicamente merece ¡la mejor profesión del mundo!.
Gracias por leeme y hasta el próximo post 😉
P.D.: Estas líneas las escribí en un avion, con un par de maletas llenas de temores pero con mucha fé y esperanzas.
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